Los Secretos, uno de los nombres clave en la historia del pop en castellano, fue pieza fundamental en la renovación de dicho género desde su fundación en los primeros días de nuestra Nueva Ola. El grupo madrileño lleva cuatro décadas construyendo una trayectoria cabal, tachonada de canciones perdurables que se han integrado en nuestro acervo cultural. A ellos corresponde levantar el primer telón de Universal Music Festival 2019 el próximo 5 de julio. Huelga decir que van sobrados de avales, que la oportunidad de escuchar su cancionero en el Teatro Real de Madrid se antoja única y que todo seguidor del pop español debería hacer hueco en su agenda para acudir a tan señalada cita.
Esta convocatoria dista mucho de ser nostálgica. Ese tipo de aflicciones nunca ha ido con ellos. El quinteto comandado por Álvaro Urquijo, Jesús Redondo y Ramón Arroyo publicará nuevo álbum en breve. Se titula “Mi paraíso” y ahonda en el lenguaje que les caracteriza desde siempre, a medio camino de la tradición folk-rock norteamericana de los sesenta y la new-wave británica de finales de los setenta. En ese vasto espacio creativo se han movido sin restricciones durante todo este tiempo, manteniendo firme el timón cuando arreciaban tormentas de modas y tendencias. Y desde allí han logrado conquistar a públicos de distintas generaciones, sin renunciar nunca a sus principios artísticos, propulsados por una suma de talentos individuales que nunca deja de hacer foco en el objetivo principal, que son las canciones.
Estas últimas serán las grandes protagonistas a su paso por Universal Music Festival. Las que les han convertido en leyenda viva de nuestras músicas populares y las que acaban de salir del estudio de grabación. Las que confirman su dominio del registro jangley las que se adentran en el territorio del country. Las detonaciones power-pop y las baladas íntimas de querencia acústica. “Ojos de perdida”, “Qué solo estás”, “Buena chica”, “Déjame”, “Pero a tu lado”, “Y no amanece”, “Ojos de gata”. También las de nuevo cuño, confirmando su firme voluntad de comportarse como un organismo vivo, de seguir haciendo camino asumiendo retos frente al pentagrama. Sin dormirse en los laureles, por muy merecidos que estos sean. Soplando velas frente a su público, en su ciudad, cuarenta años después. Felicidades.
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