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Fotografías: José Irún (Les Nits de Barcelona)

Hacía tan solo 20 días que Mikel Izal había sido operado del menisco y aun así, entrando muletas en mano, con la perspectiva de dar un concierto “sentado” en un taburete, y con su banda estratégicamente repartida en tarimas individuales, brindó a los presentes en el emblemático entorno de los Jardines del Palacio de Pedralbes un viaje lleno de energía.

Una función que se dividió en cuatro actos, empezando con el miedo, y acabando en el paraíso, dos actos que dan nombre a su primer álbum en solitario desde que arrancase esta nueva aventura. Todo el concierto tuvo su sentido y tanto los actos como las canciones tenían su hilo conductor, y lo tuvo más precisamente en esta noche, empezando por el miedo a dar un concierto un tanto diferente, sentado, sin poder darle esa energía característica pero para acabar en el paraíso de vernos a todos saltando, porque aunque con movilidad limitada, Mikel Izal supo transmitirnos toda esa pasión.

Estos cuatro actos tuvieron absolutamente de todo, destacando quizás esa revisión que el cantante está haciendo en sus conciertos de muchos de sus temas anteriores, dándoles un toque diferente, navegando por la electrónica, el sonido de sintetizador, momentos más instrumentales, pero que nos invitan a vivir esas canciones que ya eran nuestras como algo nuevo. Los juegos de luces también nos hicieron buena compañía, y es que este es un apartado que no se queda ni mucho menos atrás. Además, su banda no le dejó sólo ante el peligro y le acompañó e incluso interpretaron “Meiuqèr” con toda la banda rodeando a Mikel. Si él no podía llegar a los suyos, y nosotros no podíamos subir a hacerle compañía, fueron sus compañeros de escenario los que estuvieron junto a él.

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Fotografías: José Irún (Les Nits de Barcelona)

Para el último capítulo de este viaje, Mikel nos invitó a levantarnos a casi todos, a excepción de él mismo que debía permanecer sentado, y lanzando esos temas que siempre nos hacen saltar como “Copacabana” o “La mujer de verde”. El concierto, por supuesto, debía acabar en “El paraíso” y así se hizo. Un concierto especial en todos los sentidos, que para todos, Mikel incluído, empezó con cierta duda, miedos, expectación por lo que veríamos, pero que acabó en lo más alto. "Bailamos hasta que todo acabó" que diría la canción.

Artículo de Eva Ladevesa (twitter.com/miviajemusical) para ElFiesta.es

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